Capítulo 1.
Hacía buen día en la isla de Regalo, la mañana era
calurosa pero la brisa del mar suavizaba la temperatura, haciéndola muy
agradable. Liberta y Dante seguían descargando el cargamento que acababa de
llegar aquella mañana, junto con tres barcos de pasajeros. Vieron acercarse a
Debito y Luca por el muelle.
-Buenos días, chicos. ¿Qué os trae hoy por aquí?-
les saludó Dante.
-Supongo que no vendréis a ayudarnos, ¿no?- sonrió
Liberta.
-Me temo que no.- contestó Luca.
-¿Entonces qué os trae por aquí?- preguntó curioso
Liberta.
-Mama nos ha pedido que viniésemos a recoger a una
joven al puerto.- contestó Luca.
-¿A una chica?- preguntó Liberta.
-Ah, sí. Mondo me había comentado que iba a venir
una joven con la que siempre tuvieron mucha relación él y Sumire.- comentó
Dante.
-Me preguntó si esa bambina será una chica bonita.- sonrió
Debito, observando a las nuevas visitantes de Regalo bajar de los barcos, todas
las mujeres vestidas con bonitos vestidos elegantes.
-¿Alguna chica no te parece bonita a ti, Debito?- en
ese momento, a ellos se acercaron Pace y Trovatore. Trovatore era un miembro
que se acababa de unir a la Arcana Famiglia seis meses atrás. Tenía el cabello
castaño y corto, ojos color almendra y piel blanca. Medía un poco más que Luca,
casi como Pace. Vestía con un sombrero como Luca y el uniforme de la famiglia,
aunque solía llevar el cuello de la camisa subido y el sombreo ligeramente inclinado
hacia adelante. Solía llevar las manos en los bolsillos del pantalón. Era un
joven serio y cabezota, que poco respetaba la autoridad de sus superiores,
salvo la de Mondo, Sumire y Pace, con quien tenía una muy estrecha relación,
pues él le salvó cuando Trovatore era un niño pequeño. Tenía cinco años menos
que su mentor, y era la persona a la que más caso hacía, casi más que a Mondo.
-Pace, Trovatore, ¿os tocaba ronda por aquí cerca?-
saludó Luca.
-Solo veníamos a asegurarnos de que Debito no había echado
el guante a otra mujer tan temprano.- contestó Trovatore, serio. Debito sonrió.
-Eso no es un problema tuyo, chico. Y tampoco es un
problema que tengas las mujeres de Regalo.- unas chicas jóvenes pasaron cerca
en aquel momento y soltaron unas risitas al ver a Debito, quien la guiño el
ojo. Trovatore suspiró y puso los ojos en blanco.
-Sinceramente, sigo creyendo que tienes un problema
con las mujeres, Debito.
-¿Y Pace no lo tiene con la lasaña?- se burló
Debito.
-Eh, no empieces, Debito.- le frenó Pace. A él no le
importaba que Debito le gastase bromas con su amor hacia la lasaña, pero sabía
que a su pupilo no le gustaba nada.- Deja en paz al chaval.
-Creo que sería buena idea que os fueseis.- suspiró
Liberta.- O Trovatore acabará empezando otra pelea con Debito. Y nosotros
tenemos hoy demasiado trabajo como para tener que frenar una pelea entre ellos.
-Liberta tiene razón.- asintió Dante. Pace le dio la
razón, y él y Trovatore se fueron. Los turistas seguían bajando de los barcos,
pero no había ni rastro de la chica a la que debían recoger Luca y Debito.
-¿Y dices que vestía un vestido rojo y negro de
estilo gótico con mangas largas?- preguntó Dante.
-Así es. Y tiene la piel blanca, ojos azules y pelo
negro y en dos coletas.- la describió Luca según lo que le había dicho Mondo.
-Pues me temo que no ha venido ninguna mujer así
vestida.- informó Liberta.- Es una descripción muy exacta, sería fácil
recordarla. La mayoría de las mujeres que vienen suele llevar vestidos claros,
más aún hoy, con el día tan bueno que hace.
-¿Te fijas en todas las mujeres que pasan por el
muelle?- se sorprendió Dante. El chico se encogió de hombros.
-En realidad en la mayoría de la gente.
-¡Maldito! ¡Vuelve aquí con mi equipaje!- una mujer
chilló. Un hombre corría desde casi el otro extremo del muelle con una gran
maleta, con la que corría con extraña velocidad. La joven corría detrás de él
con gran rapidez, aunque aún así le costaba alcanzarle. Debito salió corriendo
al encuentro del hombre, apuntándole con las pistolas. El hombre se detuvo y
buscó otra salida, donde se interpuso Luca antes de que pudiese abandonar el
muelle. Cuando el hombre iba a volver sobre sus pasos, la mujer le lanzó una
patada, lanzándolo al suelo, con la maleta encima. Cuando este se iba a
levantar, se detuvo al ver la pistola de Debito apuntando a su cabeza.
-¿Te parece bonito robarle el equipaje a una
señorita?- Luca cogió la maleta de la joven y la joven agarró al hombre por el
cuello del cuello de la camisa.
-Ya estás soltando mi dinero también, maldita rata
de camarote.- gruñó la mujer.
-¿O qué harás?- le retó el hombre. La chica sonrió
y, sin soltarle, le llevó al extremo del muelle, aún agarrándole del cuello de
la camisa, dejándole colgando sobre el agua.
-O te soltaré. Aunque seas escoria, a los peces
probablemente les encante tu carne.
Aún desafiante, el ladrón sacó algo d su bolsillo y
lo dejó caer.
-¡Maldito cerdo!- antes de que la joven le dejarse
caer, Debito le atrapó del brazo y le volvió a tirar al suelo. Ella iba a
lanzarse al agua a recuperar aquello, pero Liberta se le adelantó, y se tiró al
agua a recoger una especie de estuche de cuero negro.
-Creo que un hombre como tú que roba a las mujeres
bonitas merece un buen castigo. ¿No crees, Luca?- Debito miró hacia atrás, a su
compañero, quien se acercó a él por la espalda.
-Estoy de acuerdo, Debito. Dejaré que sea mi amigo
quien decida qué castigo darte. Sabe mejor hacerle justicia a las mujeres.
Debito sonrió y esposó al hombre por la espalda.
Mientras, la chica ayudaba a Liberta a subir, dándole la mano. Le sonrió.
-Muchas gracias por ayudarme.
-Faltaría más.- Liberta se quitó la chaqueta y la
escurrió, empapada, después de devolverle a la mujer el estuche negro. Ella se
giró hacia el ladrón, seria de nuevo. Casi podría hacer retroceder a un hombre
valiente con la mirada que tenía en el rostro. Debito rió.
-¿Me permite hacer algo?- le preguntó ella a Debito.
-A una bambina
tan bonita, casi de todo.
Ella se acercó al hombre y le propinó un puñetazo en
el estómago tan fuerte que le obligó a inclinarse hacia delante. Luca hizo una
mueca.
-Eso tiene pinta de doloroso.- la mujer se sacudió
las manos como si se limpiase el polvo. Guardó el estuche en la maleta y se
irguió de nuevo. Dante se acercó a por el hombre.
-Creo que llevaré a este hombre ante Pace y
Trovatore para que se encarguen ellos de él.- Dante se llevó al hombre casi a
rastras. Liberta se acercó a sus dos compañeros y a la joven.
-Lamento que su llegada a Regalo haya sido tan
desafortunada.- lamentó Luca. La chica sonrió.
-Oh, no te preocupes.- rió. Tenía una risa bonita y
agradable y fresca, como la brisa de primavera, aunque sus ojos eran de un azul
hielo.- Me llamo Rosabella. Muchas gracias por haberme ayudado.
-Bueno, señorita Rosabella, esa es nuestra misión
como miembros de la Arcana Famiglia.- sonrió Liberta. La sonrisa que ya había
en los labios de la chica aumentó.
-¿Sois de la Arcana Famiglia?
-Así es. Permitanos presentarnos como es debido.-
dijo Luca, siempre muy educado.- Mi nombre es Luca.- hizo una leve reverencia.
-Yo soy Liberta.- sonrió el joven, señalándose con
el pulgar.
-Y mi nombre es Debito. Un placer conocer a una
bambina tan bonita como usted.- Debito la besó el dorso de la mano.
-Encantada.- entonces la joven se puso seria de
golpe y, con la mano que tenía libre se dio una palmada en la frente.- Vaya,
seré despistada…- rió.- ¿No sois vosotros los que teníais que venir a
recogerme?
Aquello desconcertó en un principio a Luca y Debito.
-¿Eres la chica a la que Papa nos ha mandado
recoger?- preguntó Luca.
-Pero no vistes la ropa que él nos había dicho…-
Debito se fijó en la vestimenta de la chica. En lugar de aquel vestido, llevaba
un pantalón largo negro, botas de cordones altas, camiseta azul oscura hasta
los codos y guantes que empezaban en el punto en el que acababan las mangas. A
demás, llevaba el pelo trenzado, no en dos coletas como había afirmado el líder
de la famiglia. Rosabella sonrió.
-Me gusta llevar vestidos, sí, pero opino que en la
mar no hay sitios para vestidos.- sonrió.- Me gusta la libertad del mar, y si
me siento libre así, también me gusta sentirme libre con mi ropa.
-¡Vaya vaya! Es como oír a Liberta hablar desde el
cuerpo de una mujer.- rió Luca, divertido.- Él es también un hombre de mar.
Rosabella sonrió, mirando al joven.
-¿En serio? Vaya, me gustan los hombres de mar.
Liberta no pudo evitar sonrojarse ante aquel
comentario.
-Bueno, creo que deberíamos irnos. Papa estará
esperándote.- Luca cogió la maleta de la joven y empezó a andar. Rosabella se
despidió de Liberta y le siguió. Debito esperó un poco.
-Vaya vaya, así que una chica de mar…- miró
sonriendo a Liberta quien, aún sonrojado, miraba a la joven alejarse.- Sé de
alguien que está interesado en la nueva habitante de Regalo.- rió.
-No-no digas bobadas, Debito.- Liberta apartó la mirada.-
Ahora lárgate. Tengo trabajo que hacer.
Así, Liberta volvió a sus tareas en el muelle y
Debito alcanzó a Luca y a la joven.
Capítulo 2.
Cuando la noche cayó sobre Regalo, todos los
miembros de la Arcana Famiglia que tenían turnos libres estaban en el salón,
incluyendo a todos los arcanos mayores, debido a sus puestos como superiores de
cada grupo: Espada, Santo Grial, Moneda, Inteligencia y Bastos. Aunque, debido
a unos incidentes anteriores, se habían aumentado el número de hombres para las
patrullas, por lo que los hombres que había en el salón eran menos de los que
cabría de esperar. Todos estaban impacientes. Papa no había desvelado el motivo
de aquella reunión. Ni siquiera Jolly y Dante lo sabían, quienes se encontraban
hablando con el resto.
-¿Por qué puede habernos convocado esta noche Papa?-
comentó Pace, con un trozo de alita en la boca.
-Buena pregunta.- contestó Trovatore, mirando hacia
las escaleras.
- Quien sabe. Es posible que Papa haya decidió
montar otro Arcana Duello.- propuso Debito. Felicita le miró, alarmada.
-No se preocupe, princesa. Seguro que no es eso.- la tranquilizó Luca, lanzando
una mirada asesina a Debito. El hombre se rió y se encogió de hombros.
-Oye, no me mires así. Yo no he dicho que en otro
duelo Papa vaya a ofrecer como premio la mano de la bambina.- se justificó el
hombre.
-Dudo que vaya a ser eso.- en aquel momento llegó
Ash, con su habitual sonrisa. Ash podía ser la otra única persona con la que
Trovatore se llevaba bien, aparte de Pace, posiblemente debido a su similar
forma de ser.
-Buenas noches, Ash.- le saludó Trovatore.
-Ey, hola.- saludó Liberta. Nova apenas miró al
joven cuando se acercó. Ash soltó una carcajada.
-Veo que el pequeñajo aún no me quiere en la
famiglia.- se burló Ash de Nova.
-No me llames enano.- le advirtió Nova a Ash.
-Callaros ya.- avisó Dante.- Papa acaba de bajar las
escaleras.
La sala entera estalló en saludos y vítores hacia el
patriarca de la Arcana Famiglia y a Mama. Papa hizo callar a todos los
presentes levantando la mano.
-Buenas noches caballeros. Sé que todos vosotros
estabais desando que llegase la noche de hoy, pues tengo algo importante que
deciros.- empezó Papa.
-¡Que nadie se mueva o les vuelo la cabeza!- de
repente, un hombre apareció detrás de Papa y de Mama y apuntaba a ambos con una
pistola a cada uno a la cabeza.- Si os movéis un solo milímetro, les vuelo la
cabeza. Y si Papa o Mama osan moverse, mis amigos volarán la cabeza a vuestros
seguidores.
Toda la sala se quedó en silencio, inmóvil, con
todos con las armas a medio desenfundar. La tensión era muy palpable en el
ambiente, casi se podía ver.
-¿Quién demonios eres?- preguntó Papa.
-Verás, es muy sencillo. Yo y mis amigos somos los
responsables de los altercados anteriores en la ciudad con el único propósito
de que hoy el número de miembros de la famiglia fuese menor. ¿Y por qué? Muy
fácil. Porque quiero algo que tenéis y que deseo. Las cartas del Tarocco.
-Antes moriré que entregarte algo tan importante
para la famiglia.- juró Mondo.
-Pues que así sea.- justo cuando el hombre iba a
apretar el gatillo, un látigo salió de la nada, arrebatando una de las armas de
las manos de su propietario, aterrizando en las manos de una joven que estaba a
pocos pasos de él. La chica le apuntó a la cabeza.
-Como te muevas un solo milímetro, te vuelo la
cabeza.- la joven vestía el uniforme de la Arcana Famiglia, como el de
Felicita, con una corbata azul oscuro, guantes blancos hasta los codos y el
pelo negro trenzado. Sonrió al hombre, sexy y siniestra a la par.
- ¿Y tú quién demonios eres?- exclamó Dante.
Mondo pide silenció con un gesto de la mano. La
chica seguía apuntando con el arma al hombre.
-Ahora quiero que te des la vuelta despacio.- le
dijo la joven. Debito, Luca, Liberta y Dante la reconocieron entonces.
-Como no estabas cuando lo he dicho, lo repetiré.
Tengo muchos hombres armados fuera de la casa apuntando al interior con armas.
La chica suelta una risa.
-¿En serio? Bien, en ese caso…- respira hondo,
cerrando los ojos. Cuando los abre, está seria.- Habla.
El hombre frunce el ceño, confundido por aquello.
-En realidad no hay nadie fuera. Estoy yo solo. Y
los altercados de esta semana no han sido cosa mía. Ha sido todo una mentira
para poder conseguir el Tarocco de la Arcana Famiglia para poder venderlo en
contrabando y sacarme un buen dinero.- de golpe, el hombre se tapó la boca,
horrorizado por haber contado todo su plan. Toda la sala se quedó de piedra,
menos Rosabella, quien soltó una carcajada sonora.
-¡Buen chico!- y, sin previo aviso, le soltó una
patada que le lanzó escaleras abajo.- Y ahora apártate de Mama y Papa. No
tienes derecho a ensuciar su aire.- seria. Baja las escaleras y le sujeta las
muñecas detrás de la espalda. Papa y Mama se acercan a ella.
-Chicos, está joven es Rosabella, y es la nueva
integrante de la Arcana Famiglia.- anunció Papa.- Formará parte de
Inteligencia, y espero que todos la tratéis con respeto.
-Y si no, todos habéis visto ya de lo que es capaz.-
rió Mama. Rosabella sonrió también.
-Y esto en realidad solo es una mínima parte.- un
miembro del Santo Grial esposó al hombre y se le llevó. Todos los líderes y
Liberta se acercaron a ella.
-Vaya, menuda sorpresa más agradable.- sonrió Luca.
-Volvemos a vernos, Luca, Debito, Liberta, Dante.-
la joven sonrió.
-¿Ya os conocíais?- preguntó Nova.
-Más o menos.- contestó Dante.
-No esperaba que la bella se uniese a la famiglia.-
sonrió Debito. Rosabella soltó una risa.
-Bueno, Papa me dijo que lo mantuviese en secreto,
así que no podía deciros nada.- la chica les sonrió.
-Bueno, creo que deberíais presentaros.- dijo
Liberta.
-Yo soy Nova, y soy el líder del Santo Grial.- se
presentó el joven.
-Yo soy Dante, ya me conoces, y soy el líder de
Inteligencia. Y él es Liberta, y también está en Inteligencia.- les presentó
Dante a la joven.
-Yo soy Debito, líder de Moneda y gran servidor de
bellas damas como tú.- Debito besó el dorso de la mano de Rosabella. Ella rió
por el gesto del hombre.
-Ya lo comprobé en el puerto.- sonrió.
-Yo soy Ash, y soy el asesor de la famiglia.
-Y yo soy Felicita, la líder de Espada.
En ese momento, Pace se acercó al grupo.
-Vaya, buena intervención la de antes. Soy Pace, y
soy el líder de Bastos. Todo un placer, señorita…
-Rosabella.- sonrió.
-Vaya vaya, Rosa, volvemos a vernos…- una voz detrás
de ella sonó. La joven se dio la vuelta al tiempo de ver a Trovatore sonreírla.
La sonrisa de la joven se esfumó con rapidez, casi con la misma con la que
desenfundó su espada. La puso en el cuello del joven.
-Maldito cerdo asqueroso… ¿Qué haces aquí?- le
preguntó con un gruñido. Trovatore respondió con una carcajada sonora.
-Oye, bella, ¿qué ocurre con Trovatore?- preguntó
Debito.
-Oye, que él es miembro de la famiglia…- la avisó
Pace, apurado. Poco a poco, Rosabella bajó su espada del cuello de Trovatore,
quien sonreía, burlón. La joven tenía un gesto serio y amargo en sus bonitos
ojos. Enfundó su espada.
-Menudo elemento…
-Yo también me alegro de verte, Rosa.- sonrió el
joven.
-Vete al infierno, ¿quieres?- le contestó la joven.
Era palpable la tensión entre ambos.
-Bueno, ¿vais a contarnos que os pasa a vosotros dos
antes o después de mataros?- suspiró Luca. Antes de que Trovatore abriese la
boca, el ladrido de un perro resonó por toda la sala. Muchos miembros armados
con pistolas le apuntaron. Rosabella desenfundó también las suyas, pero apuntando
a los miembros de las pistolas.
-Quien dispare al perro seguirá el mismo camino que
él.- ante aquella amenaza, los hombres bajaron las armas. Cuando Rosa guardó
las suyas, el animal se abalanzó sobre la joven, tirándola al suelo. Ella se
rió mientras el perro le intentaba lamer.
-Luca, quieto.- el perro se quitó de encima de ella
y se sentó, obedeciendo la orden. La chica se sacudió la ropa y acarició la
cabeza del can.
-¿Has dicho Luca?- preguntó el asesor de Felicita,
sonriendo.
-Por supuesto.- le miró, sonriendo.- ¿A caso no me
creíste cuando leíste mi carta, Luca?
-¿Os conocíais de antes?- preguntó Debito, mirando
alternativamente a uno y a otro. Luca apartó la mirada y l chica la bajó al
can, ambos con expresiones extrañas en sus caras.
-Puede.- fue la única respuesta que obtuvo, por
parte de la chica.
-¿Y quién dices que es este perro?- le preguntó
Felicita, inclinándose también para acariciar al perro.
-Este es Luca, mi perro, mi mejor amigo… Y mi
familia.- el can era un pastor alemán que tendría unos dos años de edad, de
pelaje suave y no demasiado abundante, de cola larga. Era casi todo negro,
menos por sus patas marrones y blancas y su hocico blanco. Tenía un ojo verde y
otro ambarino, una rareza. También tenía las orejas tiesas, y movía alegre el
rabo por la atención que estaba recibiendo de las dos chicas.
-Oye, ¿y qué son esas dos marcas que tiene el perro
en las patas?- Nova se inclinó un poco. El perro que había levantando, dejando
a la vista, en sus dos patas traseras, dos marcas extrañas que tenían como
formas de llave, una apuntando hacia el suelo y la otra hacia el muslo, aunque
más que marcas eran como si le hubiese hecho una marca de fuego, pues la marca
era más bien una calvicie donde no le salía pelo al animal.
Rosabella parecía incómoda por la observación de
Nova.
-Bueno…- carraspeó.- Bueno, esas marcas… No son
naturales.- con un suspiro, se quitó los guantes, que le tapaban los
antebrazos. Al quitárselos, dejó al descubierto dos marcas similares a las del
can, solo que estas también guardaban cierta similitud con el resto de las
marcas de los arcanos.
-¿Qué es eso?- preguntó Dante.
-Estas dos marcas son las marcas de mi arcano, el
arcano veintidós, Il
Guardiano, el Guardián. Es un arcano casi desconocido que solo conoce el Mundo,
o sea, Mondo.
-¿No
son esas como las marcas de Luca?- comentó Pace.
-Así
es. Eso es porque son las mismas, solo que...- Rosabella miró a su perro, con
tristeza y culpabilidad en su rostro. El perro frotó su hocico, como intentando
animarla.- La suyas son quemaduras hechas por las mías.
-¿Cómo
es eso posible?- se sorprendió Trovatore. No había burla en su rostro y sus
palabras, sino curiosidad y seriedad.
-Cuando
era pequeña, mis poderes estaba fuera de control. Los poderes del Guardián son
casi desconocidos, al menos, una de sus tres cualidades. Por su fuerza y por
culpa del desocntrol que tenía de él, el arcano un día empezó a arder y mis
marcas quemaban como fuego...- la chica tomó aire.- Estaba en la calle, y
gritaba y lloraba, pero no había nada que se pudiese hacer. Al menos hasta que
Luca vino y saltó sobre mí. Aún era un chachorro, y lo que hice fue abrazarle y
tratar de apartarle, pero mis marcas le tocaron, provocándole esas quemaduras.-
dio unos suaves golpecitos en el perro, quien
había vuelto a sentarse al lado de su dueña y levantó la cabeza.
Rosabella sonrió.- Pero cuando se tumbó en mis pequeñas piernas, gimiendo por
el dolor de las quemaduras, el mío ya había desaparecido y las marcas no
quemaban.
-Tal
vez la fuerza del perro por querer ayudarte estabilizó la magia.- opinó Nova.-
Los poderes de los arcanos toman sus bases en las emociones. Aunque no fuesen
las emociones del contratista, puede que esas emociones lo estabilizasen.
-Es
posible, aunque no lo sé. Pero desde ese día, Luca ha sido mi mejor amigo, mi
familia y mi guardián.- sonrió la chica.
-¿Tu
guardián?- preguntó Debito, divertido.
-Sí.
No deja que nadie me toque un pelo si él está cerca.
-No
me lo creo.- rió Pace.
-¿De
verdad? Vale. Entonces prueba a atacarme, Pace.- le retó la chica.
-Está
bien.- Pace se preparó y, sin previo aviso, lanzó un puñetazo hacia la joven.
Antes de que siquiera la rozase, el can había saltado sobre él y le había
tumbado, con una fuerza verdaderamente asombrosa, casi comparable a la que
otorgaba el arcano de la Fuerza.
-¡Vale,
vale! ¡Luca es tu guardián, me lo creo! ¡Por forma quítamele de encima!-
suplicó Pace mientras el perro le sacaba los dientes. A una señal de su dueña,
el perro se calmó y pasó d enseñarle los dientes a Pace a lamerle la cara,
amistoso. El chico rió y acarició al perro.
-Vaya,
este perro es increíble.- Liebrta admiró al perro.
-También
es bueno deteniendo a los ladrones.- rió la chica. Miró a Dante.- Dante, ¿puedo
llevarle mañana al puerto?- Dante la miró, dubitativo.- Te juro que no dará
problemas, y podrá ayudarnos si hay problemas.
Dante
reflexionó aquello un poco.
-Está
bien, supongo que no hay motivos por los que negártelo. Pero si causa
problemas, se vuelve a casa.- le advirtió el hombre. Ella asintió, seria.
Jolly se acercó entonces,
sigilosos como él era.
-Vaya, un magnífico
macho de pastor alemán, Rosabella. Me alegra ver que por fin has decidido
unirte a la famiglia.
La joven le dedicó
una mirada fría y afilada.
-Gracias, Jolly.-
su voz estaba cargada de tensión y rabia contenida.
-¿Os conocéis?-
preguntó Debito, mirando de reojo a Jolly, serio.
-Por desgracia,
sí.- Rosa se cruzó de brazos. El can gruñía a Jolly aún cuando este no estaba
mostrando ningún signo de amenaza hacia su dueña.
-Vaya, se ve que no
le gustas a Luca.- comentó Luca, dando
la espalda al alquimista.
-¿A cuál de los dos
Lucas te refieres?- rió Jolly. Luca, Debito y Pace le dirigieron miradas
desagradables.
-Creo que sería
mejor que te fueses, Jolly.- le dijo Rosa.- Estás alterando mucho a mi perro, y
sabes lo que pasa cuando se altera mucho.- le advirtió la joven. Jolly hizo una
leve reverencia e iba a alegare cuando se giró.
-Ah, sí, Bella, es
posible que dentro de poco necesite a Luca para un experimento importante.-le
avisó. Pace, Luca y Debito se molestaron por aquello. Antes de que nadie
reaccionase, Rosa estaba frente a Jolly, con su espada en el cuello del hombre,
con el filo apuntando a su piel.
-Acércate a Luca y
te rebanaré el pescuezo, viejo. Y si no acabo contigo, cuenta con que acabaré
con tu magia.
Jolly sostuvo su
mirada, serio, imperturbable e inalterable, para después retroceder y alejarse.
-¡Guau! ¡Pedazo de
espada!- Liberta examinó, maravillado, aquella espada. Era tan larga como la
suya, y casi igual de ancha, solo que un lado era filo y el otro era más grueso
y plano, de forma que el filo parecía una cuña metálica. Debito se acercó a
ella.
-Vaya, Bella,
tienes agallas. Eso me gusta.- Debito la sonrió y ella le devolvió la sonrisa.
-Veo que tú también
te llevas mal con Jolly.- dijo Luca.
-¿Os cae mal
Jolly?- preguntó ella.
-A Pace, Debito y a
mí nos cae muy mal.- le contó Luca.- Y por lo que veo, también a ti y al
guardián.- Luca acarició al perro, quien se dejó hacer, mimoso y dócil. Rosa
apartó la mirada.
-Ese hombre me ha
hecho daño, y no pienso dejarle que vuelva a hacérmelo nunca más.
-Veo que por una
vez stamos de acuerdo.- comentó Trovatore, viendo alejarse al alquimista.
Rosabella le observó, curiosa. Desconocía la historia de Trovatore más allá de
su último encuentro. Ambos se miraron a los ojos, y parecieron recordarlo a la
par, pues ambos se miraron mal y apartaron la mirada.
-Bueno, es tarde.
Creo que me iré a la cama.- dijo la joven. Se despidió de todos y se fue.
-Una joven
asombrosa, ¿no creéis?- comentó Debito, viendo a la chica alejarse, seguida de
su perro.
-Verdaderamente es
una chica agradable.- coincidió Luca.
Jolly observó a
Bella irse, aunque su mirada estaba más centrada en el perro que la acompañaba y
que se giró y le gruñó, probablemente sintiendo su mirada. Jolly sonrió.
Capítulo 3.
El primer día de trabajo de
Rosabella en el puerto fue de vicio, y Dante también estuvo muy contento con
Luca, quien ayudó a detener a tres ladrones y salvó a un niño pequeño de caerse
por el muelle, aunque, para pena de la joven, Dante admitió que el can no podía
ir todos los días al muelle, pues al fin y al cabo, era un animal, y ellos
debían trabajar. A pesar de ello, Rosabella lo aceptó y Dante la prometió que
podría llevar al can al muelle dos o tres veces a la semana, y la chica se
conformó con aquello. Los días que no llevaba a su perro, aprovechaba y conocía
mejor a Dante, por quien empezó a sentir un gran respeto y una gran admiración,
y a Liberta, de quien se hizo muy buena amiga. Ambos compartían esas ganas de
aventuras, esas ansias de libertad que el mar ofrecía y ese gusto por la mar,
como si ambos hubiesen sido marineros de toda la vida.
También había entablado buenas
amistades con Felicita, Luca, Pace y Debito, aunque intentaba evitar a Trovatore y trataba con él solo cuando era
realmente necesario. También se hizo patente que hacía lo posible por
mantenerse alejada de Jolly, y cuando coincidían, la joven le ignoraba como
si no estuviese. Sus relaciones con Mama y Papa eran también muy buenas, aunque
se notaba que había algo más, algo que no se veía.
Una mañana, quedó todavía más
patente la apatía y el odio de Rosabella hacia Jolly. Pace, Debito, Luca,
Felicita, Dante y Liberta estaba en el comedor, desayunando.
-Bueno, parece que el trabajo de
Rosa va viento en popa.- sonrió Luca.
-Es una joven que se esfuerza y que
disfruta con su trabajo. Así no me extraña que vaya viento en popa.- rió
Debito.
-Es una buena chica.-
estuvo de acuerdo Dante.
-A demás, se la ve tranquila y
serena.- dijo Pace. De pronto, se oyó un fuerte golpe en el pasillo. Todos salieron corriendo a ver qué pasaba al tiempo de ver como
Rosabella estampaba a Jolly contra la pared, apuntándole a la cabeza con una de
sus pistolas, la cual acababa de cargar. Había ira en sus ojos, pese a su semblante serio.
-Oh venga ya, ¿por qué te enfadas
tanto, Bella?- preguntó Jolly, con una de sus sonrisas.
-Como vuelvas a meterte en mi
habitación, te juro por mis padres y por mi hermana que te vuelo la cabeza. Y
lo haré sin pensármelo dos veces.- le advirtió ella.
-Oh, venga ya. Sabes que Papa me
tiene en estigma. No serás capaz de...- Bella disparó justo al lado de su oreja.
Todos permanecieron en tensión. Un pequeño hilo de sangre empezó a brotar de la
oreja de Jolly. Aunque no le había dando en la oreja, la bala le había rozado,
provocándole una leve herida.
-Ponme a prueba, viejo, y te juro
por mi arcano que lo lamentarás.
La chica no estaba para aguantar al
alquimista, así que Debito decidió interferir.
-Venga, venga, Bella, cálmate,
¿quieres? Aunque me gustan las mujeres con caracter, a ti te pega más una de esas
bellas sonrisas que tienes.- Debito se situó detrás de ella y la bajó el brazo,
despacio. Ella dejó al hombre hacerlo, aunque no apartó sus ojos de hielo del
alquimista.
-Vaya, hablando de hombres a los
que se les da bien entrar en cuartos de mujeres, aquí está nuestro amigo
Debito.- se burló Jolly.- ¿A caso ya has entrado en su habitación, Debito?
Rosa se quedó perpleja ante
aquello, y antes de que reaccionase, Debito le quitó el arma y ahora fue él
quien le apuntaba a la cabeza.
-Vete de aquí, Jolly, antes de que
ella y yo nos hartemos de aguantar tus tonterías.- le amenazó el hombre. El
alquimista se lo tomó a risa.
-Vaya, vaya, hay que ver qué pareja
más bonita hacéis, chicos. El tuerto y la loca. Por cierto, Bella, es posible
que luego me pase a hacer una visita a tu precioso perro...
Bella abrió muchos los ojos, apartó
a Debito, se giró y golpeó a Jolly en el estómago con la rodilla y le tiró al
suelo. Cuando Jolly levantó la mirada, burlón, la joven había sacado su látigo,
una de sus cuatro armas.
-Te lo advertí el primer día y te
lo vuelvo a advertir hoy: acercarte a Luca, y acabaré con tu asquerosa
existencia, viejo. Y me da igual lo que Papa haga para castigarme después.
La sonrisa de Jolly hacía rato que
había abandonado su rostro. Se levantó como pudo, con una mano en su estómago,
y se alejó. Antes de doblar la esquina del pasillo, miró a la joven, y después
se fue. Rosabella se metió en el comedor y se dejó caer en una silla, tapándose
la cara. Debito se sentó a su lado.
-Bella, si tienes problemas con el
viejo, podemos hablar con Papa. Él tomará medidas.
Rosa negó con la cabeza.
-Da igual lo que haga, ese hombre
se las apañará para conseguir lo que quiere.- apartó las manos y miró a la
mesa, con una expresión de tristeza en la cara. Pace y Liberta se acercaron.
-¿Qué problema has tenido con
Jolly, Rosa?- le preguntó Pace.
-Conozco a Jolly desde que era
niña. Cuando era pequeña y aún vivía en Regalo, no tenía casa, así que Jolly me
invitó a quedarme un tiempo con él. Pero me escapé en cuanto supe que en
realidad solo quería la sangre de mi perro.
-Entonces fue cuando la conocí.-
intervino Luca, sirviéndola un poco de su té.- La vi, y como era tan pequeña y
estaba tan mal, sentí mucha lástima de ella.- la sonrió con pena.- Decidí
ayudarla, así que la saqué de allí, la di dinero y la dejé con un marinero
amigo de Mondo.
Rosa agachó la cabeza. Pace la puso
una mano en el hombro.
-Ahora entiendo tu ira hacia Jolly,
Rosa. Pero no te preocupes. Ahora eres miembro de la Arcana Famiglia.
-No le dejaremos tocar a Luca,
Bella.- le prometió Debito. Rosabella les dedicó una cálida sonrisa,
emocionada.
-Gracias, chicos.
-Bueno, lamento romper este momento
tan bonito, pero tenemos mucho trabajo que hacer en el puerto.- dijo Dante a
Liberta y Rosabella. Ambos apuraron sus desayunos y le siguieron, rápidos. En
la esquina del pasillo, Jolly observó a los tres miembros de Inteligencia irse.
La mañana en el puerto estubo
agetreada, y ni siquiera pudieron ir a comer a la mansión, así que comieron un
poco en el muelle y siguieron trabajando. Sus turnos estuvieron muy tranquilos,
salvo por algún pequeño altercado que se solucionó sin problemas.
-¡Estoy agotado!- suspiró Liberta,
bajando la última caja del cargamento del día. Rosabella rió.
-Al menos tú no has tenido que ir detrás
del carrito que de poco se estrella lleno de jarrones de porcelana china.- le
recordó ella, rememorando el accidente de la tarde. Lo que había sucedido era
que Liberta había empujado sin querer el carro donde habían descargado jarrones
y porcelanas. Rosa tuvo que salir corriendo detrás de él, y pudo pararlo
agarrándolo con su látigo antes de que chocase con un puesto que había. Dante
le había echado una buena reprimenda a Liberta y Rosa se ganó un buen
reconocimiento.
-Bien, chicos, ya hemos terminado
por hoy.- avisó Dante.- Podemos volver a la mansión. Os lo habéis ganado.-
sonrió Dante.
-¡Por fin! ¡Estoy exhausto!- dijo
Liberta. Bella se rió. Dante acabó un par de cosillas y los tres se fuero hacia
la mansión.
-Tengo muchas ganas de ver a Luca.
Nunca le he dejado solo tanto tiempo.- suspiró la joven.
-Oh, tranquila. Seguro que Pace o
Debito, o incluso Felicita y Luca, han estado un poco con él. Y puede que
incluso Mama haya estado con él. Le encantan los animales.- la tranquilizó
Dante. Ella le respondió con una sonrisa.
-Me dejas muy tranquila, Dante.- le
respondió la joven. Sin embargo, Dante miraba a otro lado, serio, e incluso
podría decirse que enfadado, aunque la joven no reparó en ello, pues estaba
enfrascada en una conversación con Liberta. Cuando llegaron a la mansión, todo
se encontraba en silencio. A Rosa le extrañó que Luca no saliese a recibirla.
-Estará jugando con Pace o estará
con Felicita.- sonrió Liberta. La joven entró en la casa. Liberta iba a
seguirla cuando Dante le detuvo.
-Liberta, tenemos que hablar.- le
dijo el hombre.
-¿Qué ocurre, Dante?- le preguntó
Liberta. Dante le contó de qué se trataba. El chico se quedó pálido.
Mientras, ella fue a buscar a su
querido perro. No se encontró con nadie, y aquello la extrañó muchísimo. La
mansión no había estado así de tranquila nunca desde que ella había venido.
Cuando pasó por al lado del comedor, vio dentro a Felicita llorando, y a Pace,
Nova y Mama consolándola. Preocupada, entró.
-Hola. Oye, ¿qué pasa hoy, Mama?-
le preguntó la joven a Sumire. La mujer la miró con pena, igual que Nova.
Aquella mirada era difícil de ver en el joven, siempre tan serio y decidido.
-Mama, he hablado con Luca y…-
Debito y Ash entraron en la sala. Rosabella se giró hacia ellos. Debito se
quedó sin palabras y Ash apartó la mirada.
-Debito, creo que deberíamos
decírselo ya.- le dijo Sumire al hombre. Él se entristeció notablemente.
-¿A mí? ¿Decirme el qué?- preguntó
Rosabella, desconcertada. Una garra de hielo oprimió su pecho con fuerza y un
miedo horrible se apoderó de ella.
-Bella…- Debito la abrazó con
fuerza y le pidió perdón mil veces. Los ojos de la joven se inundaron de
lágrimas, y salió corriendo a buscar a Luca, el alquimista, como alma que lleva
el diablo. Cuando llegó al laboratorio de Luca, vio que estaban él y Trovatore,
junto con Mondo. Los tres hombres se giraron a mirarla en cuanto la oyeron
entrar.
-Rosabella…- la voz de Trovatore
era apenas un hilo casi inaudible. Pero Rosa solo podía ver las manos de Luca
llenas de sangre y el bulto que tapa una sábana blanca manchada de sangre.
-Lo siento, Rosa…- se disculpó
Luca. Ella no respondió nada, y cayó al suelo.
Trovatore dejó a la joven en su
cuarto, aún inconsciente, y luego se reunió en el salón con el resto de los
arcanos mayores. Jolly era, por primera vez, el centro de todos. Todas las
miradas estaban centradas en él, y nunca había recibido tanto odio por parte de
los miembros de la famiglia como en aquella ocasión. Pero todos sabían que lo
peor sería cuando Rosabella se despertase y recordase lo que había sucedido.
-Jolly, ¿qué has hecho esta vez?-
Mondo suspiró.- ¿A caso has perdido el juicio?
El alquimista no respondió. La ira
bullía en Pace, Luca, Debito y Liberta. Sumire abrazaba a Felicita, quien
seguía muy apenada, no tanto por la muerte del can, sino porque había leído el
corazón de Rosa cuando Trovatore la llevaba a su habitación. Nunca había visto
tanta tristeza en un solo corazón tan de golpe.
-¿En qué estabas pensado? Cuando he
hablado esta mañana contigo, creía que ibas a obedecerme, y, sin embargo, has
desobedecido mis órdenes.
El hombre seguía sin decir nada. De
pronto, las puertas del salón se abrieron, despacio, pesadas. Todos se giraron
al tiempo de ver a Rosa entrar, despacio, con la cabeza gacha. Felicita se
acurrucó aún más en los brazos de su madre. Las miradas de Liberta, Nova, Ash,
Pace, Luca, Debito, Dante y Trovatore mostraban pena y compasión por la joven,
Mondo apenas se atrevía a mirarla. Pero la mirada de Jolly desprendía burla y
risa, como si aquello fuese un chiste muy gracioso. La joven levantó la mirada
del suelo y se acercó a todos. Llevaba su espada en su funda en el cinturón,
sus pistolas en las fundas que tenía a la altura de los muslos en las piernas y
su látigo en su espalda. Tenía el pelo suelto, y la cara algo roja. Estaba
claro que había llorado antes de presentarse allí.
-Rosa, no es necesario que estés
aquí. Puedes irte a descansar.- le aseguró Mondo, pero ella negó con la cabeza.
-Quiero… Quiero oír de su boca, de
sus sucios labios de monstruo, por qué demonios este hombre ha acabado con mi
perro.- la voz de la joven desbordaba dolor e ira. Y mucho veneno con una
amenaza implícita en él. Jolly se lo tomó a broma y soltó una risa.
-¿Quieres saber la verdad? Está
bien, te diré todo, pero absolutamente todo.- la dijo el alquimista,
-Jolly, será mejor que te calles.-
le advirtió Papa.
-No, Mondo. Tú mismo me lo has
dicho esta mañana, ella ya es mayor. Si quieres saber por qué lo he hecho, lo
sabrá, pero para ello sabrá todo.- se giró hacia ella.- La verdad, querida
Bella, es que he matado a tu perro porque me ha atacado cuando he ido a extraerle
un poco de sangre. Pero lo cierto es que si hubiese sido un perro de verdad, no
habría muerto.- toda la sala enmudeció. Los hombres callaron, asombrados. La
joven empezó a temblar y agachó la cabeza, apretando los puños.- Tu perro era
un homúnculo que creé para que te ayudase a soportar esa terrible carga que te
ha otorgado tu arcano, Il Guardiano. Era demasiada carga para
una niña tan pequeña, y creé un homúnculo que absorbiese parte de ese poder y
te protegiese. Pero no iba a vivir eternamente, y necesitaba que viviese un
poco más, al menos hasta que controlases tu magia. Pero ese estúpido perro se
olvidó de su misión principal y cuando me atacó…
De pronto, sin que
nadie pudiese verlo venir, Rosabella se abalanzó sobre Jolly con su espada,
lanzando un golpe, con lágrimas en los ojos y las mejillas. Por desgracia para
la joven, el alquimista reaccionó a tiempo y cogió la espada de Nova,
deteniendo el golpe.
-¡Maldito
bastardo!- la ira estaba presente en cada golpe que la joven daba con su espada
hacia Jolly, aunque él sabía manejarse bastante bien con la katana de Nova.
Paraba cada golpe, pero nunca lanzaba ningún ataque. Liberta iba a ayudar a su
amiga, pero Papa negó con la cabeza y le obligó a detenerse.
-¡Te dije que te
apartases de Luca, Jolly! ¡Te juré que si le tocabas, te iba a matar, y te juro
por mi arcano y por mi familia que voy a cumplir mi promesa!
Por desgracia,
parando un golpe, Jolly logró lanzar lejos la espada de la chica. Cuando ella
iba a usar su látigo para recuperarla, Jolly lo cortó con la katana. Así, Rosa
desenfundó sus pistolas, temblando, con la cara inundada en lágrimas, y una
expresión de ira y odio.
-¡No te muevas o
te vuelo la cabeza, Jolly! ¡Te lo juro que lo hago!
Toda la sala se
quedó petrificada. Entonces, alguien agarró a Rosa por las muñecas con fuerza,
obligándola a soltar las pistolas, solo que ella no veía a nadie.
-¡Debito,
suéltame!- exclamó. Cuando Debito se hizo visible, ya había logrado que la
joven soltase las armas, y Pace la sujetaba por la espalda, usando su poder.
Debido a sus fuertes emociones tan descontroladas, Rosa era incapaz de usas su
propia magia.
-¡Suéltame, Pace!
¡Déjame matarle de una vez!- Rosa se revolvía y pataleaba con fuerza, pero no
podía enfrentarse a la magia de La Forza, aunque ella no cesó en su intento. La
joven seguía llorando. Lo último que vio antes de caer dormida, fue a Nova ante
ella.
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